martes, 26 de julio de 2016
Jacques Hamel, el cura incansable que murió a manos del DAESH
Dos hombres armados con cuchillos tomaban la iglesia católica de Saint-Etienne-du-Rouvray, localidad francesa cerca de Rouen, a las 10 horas del martes. Cinco personas fueron retenidas como rehenes, entre ellas Jacques Hamel, párroco auxiliar de la iglesia de 86 años. Él sufriría las peores consecuencias del suceso: una hora antes de ser abatidos, los asaltantes degollaban al cura con un cuchillo. El Estado Islámico (IS) reivindicaba el ataque poco después.
lunes, 11 de julio de 2016
Estos son los dos requisitos para hacer la Primera Comunión según San Pío X
La Primera Comunión es un momento muy especial en la vida del cristiano. ¡No puede ser menos! Es la primera vez que recibimos a Nuestro Señor con todo su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en la Sagrada Eucaristía.
Consciente de tal importancia, el Papa San Pío X decretó la autorización para que los niños pudieran recibir la Santa Comunión. Al respecto, es muy popular la siguiente anécdota.
En cierta ocasión una mujer inglesa visitó a San Pío X para que conociera a su hijo y le diera su bendición. El Papa los recibió y la madre aprovechó para comentarle que deseaba que el niño recibiera pronto la Santa Eucaristía.
Al escuchar el pedido de la mujer, San Pío X entabló un corto diálogo con el niño:
– ¿A quién recibirás en la Comunión?, preguntó el Papa.
– A Jesucristo, contestó sin dudar el niño.
– ¿Y quién es Jesucristo?, volvió a preguntar san Pío X.
– Es Dios, respondió el niño rápidamente.
El Papa se dirigió entonces a la madre y le dijo: Tráigamelo mañana, y yo mismo le daré la Comunión.
Para San Pío X, los únicos dos requisitos para poder recibir a Nuestro Señor en la Santa Eucaristía son saber a quién recibiremos y saber quién es Jesucristo.
Por esto San Pío X es recordado como el Papa de la Eucaristía.
churchpop.com
martes, 5 de julio de 2016
¿Cómo llegar a esa pasión misionera?
¿De dónde surge el fuego que anima a tantos hombres y mujeres a llevar el Evangelio a otros? De una experiencia profunda, íntima, personal, de Jesucristo.
Quien tiene a Cristo en su corazón, quien siente en sus venas el fuego que el Maestro vino a traer al mundo (cf. Lc 12,49), necesita darlo a conocer a otros, porque el amor es, esencialmente, comunicativo.
El Papa Francisco lo explica en la exhortación “Evangelii gaudium”, sobre todo en los nn. 264-267. El n. 264 inicia con estas palabras:
“La primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido, esa experiencia de ser salvados por Él que nos mueve a amarlo siempre más. Pero ¿qué amor es ese que no siente la necesidad de hablar del ser amado, de mostrarlo, de hacerlo conocer?”
El anhelo que impulsa a tantos católicos a predicar a Cristo es tan intenso que permite repetir las palabras de san Pablo: “Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio!” (1Co 9,16‑17)
¿Cómo llegar a esa pasión misionera? De un modo muy sencillo: con la cercanía que surge desde la contemplación. Quien reza, quien participa en la Liturgia de la Iglesia, quien se deja tocar por la misericordia, se convierte en misionero.
“La mejor motivación para decidirse a comunicar el Evangelio es contemplarlo con amor, es detenerse en sus páginas y leerlo con el corazón. Si lo abordamos de esa manera, su belleza nos asombra, vuelve a cautivarnos una y otra vez. Para eso urge recobrar un espíritu contemplativo, que nos permita redescubrir cada día que somos depositarios de un bien que humaniza, que ayuda a llevar una vida nueva. No hay nada mejor para transmitir a los demás” (“Evangelii gaudium”, n. 264).
Cada ser humano anhela, a veces sin darse cuenta de ello, el encuentro con Dios salvador. Cuando nos damos cuenta de ello, somos capaces de comprometer toda nuestra vida en la tarea de llevar el Amor de Cristo a los otros.
“A veces perdemos el entusiasmo por la misión al olvidar que el Evangelio responde a las necesidades más profundas de las personas, porque todos hemos sido creados para lo que el Evangelio nos propone: la amistad con Jesús y el amor fraterno. Cuando se logra expresar adecuadamente y con belleza el contenido esencial del Evangelio, seguramente ese mensaje hablará a las búsquedas más hondas de los corazones” (“Evangelii gaudium”, n. 265).
Cristo camina hoy en la historia humana en cada bautizado que celebra, que agradece, que reza, que vive en la misericordia. Porque ese bautizado transmite, muchas veces con su presencia humilde y llena de cariño sincero hacia el otro, que Dios Padre es Amor y que nos lo ha dado todo en su Hijo Jesucristo.
P. Fernando Pascual
catholic.net
Quien tiene a Cristo en su corazón, quien siente en sus venas el fuego que el Maestro vino a traer al mundo (cf. Lc 12,49), necesita darlo a conocer a otros, porque el amor es, esencialmente, comunicativo.
El Papa Francisco lo explica en la exhortación “Evangelii gaudium”, sobre todo en los nn. 264-267. El n. 264 inicia con estas palabras:
“La primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido, esa experiencia de ser salvados por Él que nos mueve a amarlo siempre más. Pero ¿qué amor es ese que no siente la necesidad de hablar del ser amado, de mostrarlo, de hacerlo conocer?”
El anhelo que impulsa a tantos católicos a predicar a Cristo es tan intenso que permite repetir las palabras de san Pablo: “Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio!” (1Co 9,16‑17)
¿Cómo llegar a esa pasión misionera? De un modo muy sencillo: con la cercanía que surge desde la contemplación. Quien reza, quien participa en la Liturgia de la Iglesia, quien se deja tocar por la misericordia, se convierte en misionero.
“La mejor motivación para decidirse a comunicar el Evangelio es contemplarlo con amor, es detenerse en sus páginas y leerlo con el corazón. Si lo abordamos de esa manera, su belleza nos asombra, vuelve a cautivarnos una y otra vez. Para eso urge recobrar un espíritu contemplativo, que nos permita redescubrir cada día que somos depositarios de un bien que humaniza, que ayuda a llevar una vida nueva. No hay nada mejor para transmitir a los demás” (“Evangelii gaudium”, n. 264).
Cada ser humano anhela, a veces sin darse cuenta de ello, el encuentro con Dios salvador. Cuando nos damos cuenta de ello, somos capaces de comprometer toda nuestra vida en la tarea de llevar el Amor de Cristo a los otros.
“A veces perdemos el entusiasmo por la misión al olvidar que el Evangelio responde a las necesidades más profundas de las personas, porque todos hemos sido creados para lo que el Evangelio nos propone: la amistad con Jesús y el amor fraterno. Cuando se logra expresar adecuadamente y con belleza el contenido esencial del Evangelio, seguramente ese mensaje hablará a las búsquedas más hondas de los corazones” (“Evangelii gaudium”, n. 265).
Cristo camina hoy en la historia humana en cada bautizado que celebra, que agradece, que reza, que vive en la misericordia. Porque ese bautizado transmite, muchas veces con su presencia humilde y llena de cariño sincero hacia el otro, que Dios Padre es Amor y que nos lo ha dado todo en su Hijo Jesucristo.
P. Fernando Pascual
catholic.net
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